La Paz, 09 de octubre de 2025.- Bolivia se prepara para la segunda vuelta presidencial del 19 de octubre en medio de una profunda crisis económica y política. Tras unas elecciones marcadas por la proscripción de la candidatura de Evo Morales y el llamado del MAS a votar nulo o en blanco, el sorpresivo triunfo de Rodrigo Paz junto a Edman “el capitán” Lara (PDC) abrió un nuevo escenario. Tuto Quiroga y su compañero Juan Pablo Velazco (Alianza Libre) quedaron en tercer lugar, consolidando a la derecha como fuerza dominante.

Pese a la aparente polarización entre Paz (centroderecha) y Quiroga (derecha), el entusiasmo popular es mínimo. Ambos proponen “ajustes” económicos que implican la reducción de subsidios, una posible devaluación y privatizaciones, medidas que amenazan con golpear el ya deteriorado poder adquisitivo de los bolivianos. Mientras tanto, las cifras oficiales muestran un aumento de las reservas internacionales, pero también un encarecimiento del costo de vida y largas filas para adquirir combustibles, reflejo de la fragilidad del modelo económico.

El MAS atraviesa una crisis interna sin precedentes. Dividido entre Evo Morales y el gobierno de Luis Arce, el partido que alguna vez concentró el apoyo popular hoy enfrenta un retroceso político y moral. Las viejas banderas de nacionalización y soberanía han quedado relegadas a acuerdos con transnacionales, mientras la derecha retoma protagonismo y busca revertir los avances sociales de la era plurinacional.

Con la liberación de figuras del golpe de 2019 y el avance de discursos racistas y conservadores, Bolivia encara una segunda vuelta sin una alternativa genuinamente popular. La descomposición del sistema político deja al pueblo trabajador frente a un dilema: aceptar nuevos “ajustes” o construir, desde las bases, una fuerza propia que defienda sus intereses frente a la restauración derechista.

Rafael Santos.